Salchichón con Salmón

Historias geniales con Ilustraciones maravillosas


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Medianoche

Mientras su ella duerme incomoda en una pequeñísima cama contra la pared húmeda, Medianoche descansa tranquilo sobre la ropa recién planchada.

Medianoche sueña, hace ruiditos con su boca, como pequeños ronquidos. Expulsa aire por su nariz en corazón, rompe el silencio en el apretado monoambiente. Cierra sus enguantadas garras y las lleva a la altura de su pecho para luego extenderlas a la altura de su cabeza. Así, varias veces, como queriendo agarrar algo que se le escapa constantemente. A Medianoche le tiemblan los parpados mientras duerme. Balancea su cola como un timón que intenta acomodar el rumbo del sueño. Medianoche tiene los parpados cerradísimos, haciendo fuerza para que no se abran inoportunamente. Se pone panza arriba, y con los ojos todavía cerrados, retuerce su cuerpo gris como un trapo de piso. El sueño lo lleva a lugares que no conoce, a mundos que no entiende. Vuela como pájaro libre, transformado en su presa se escapa. Es cazador y cazado. Ahora, Medianoche se hace un bollo, se le mezclan las patas. No se sabe donde empieza, qué es adelante, qué es atrás. Es un continuum de pelo arremolinado. Se le hincha y deshincha en la zona del pecho. Está en paz. El torbellino anterior se calmó. Nada en aguas más tranquilas, menos profundas.
Medianoche se desenrolla y queda de costado. Ahora son visibles todas sus patas peludas y veteadas, parece un estandarte sajón. Es el león de esta pequeña comarca de 4 por 4, amo y señor de todo en lo que ella sucede. No hay nada que se le escape al Lord Medianoche en su terruño.

Medianoche se estira ahora, como un arquero en la última jugada del partido. Es él contra la pelota. Es el último minuto de lo adicionado, todo sucede en cámara lenta. La pelota gira convencida sobre su eje. El esférico se dirige ferozmente hacía el ángulo superior izquierdo. Medianoche con mano cambiada se alarga en todo su esplendor. El balón roza su uña afilada y sale, con el efecto contrario, por el costado del palo. Pica sobre la línea del córner y mansita sale a fuera del campo. El arco en cero, la valla invicta. Medianoche “save the day”, el “man of the match”, premio Chamigo. Sale en andas del estadio.

Se levanta de repente Medianoche, su cara de mapache tierno esta hinchada de sueño. Todavía no se ubica. Le cuesta unos instantes saber donde se encuentra. Ahí engancha. Se arquea formado un puente maravilloso. El lomo como acordeón, inspirando el primer aliento, para luego mostrar en perfecta melodía todos sus dientes. Bosteza como monarca de esta selva. Medianoche atraviesa el cuarto sin tocar ni una vez el piso de madera. Como en una estudiadísima coreografía, como en un videojuego de aventuras, a lo Medianoche Bross. Un salto a la silla, de ahí, equilibrio en el televisor y luego, de un impulso, a la mesada. Medianoche encuentra su premio, su bonus, la caja misteriosa. Con sus enguantadas garras voltea el paquete que es todo suyo y cae el tesoro. Medianoche en pequeñas mordidas desarma unas galletas en forma de pescado, las atrapó. Medianoche es el hábil cazador de este hábitat, no se le escapa ninguna presa.
Vuelve sobre sus pasos.
Medianoche regresa triunfal al trono de ropa limpia y planchada que su ella dejó para su lecho. Luego de apisonar su cama, de amasar en forma casi hipnótica, Medianoche da un rodeo y se desarma de sueño. Esta vez con la panza llena.

base ilustraciones